Dan ganas de llevárselos a casa, ¿verdad? Son Calvin, un imaginativo y travieso niño de seis años, y Hobbes, un tigre... ¿de peluche? O de carne y hueso, nunca lo he tenido muy claro. Un buen día de 1985, salieron de la mente de Bill Watterson y aparecieron en una tira cómica. Tres o cuatro viñetas por tira, rompiendo con el, por entonces, muy estandarizado y rígido formato. Aterrizaron en el mundo como una bomba de luz. Humor naif, inteligente, diagonal, a veces cínico, siempre desternillante. Millones de personas nos convertimos en adictos a los comentarios sagaces Calvin, al reflexivo pero también salvaje carácter de Hobbes; a esa inagotable capacidad para meterse en líos; al trineo en el que han descendido cientos de cuestas para encontrarse con caminos de grava, terraplenes, cursos de agua, saltos imposibles; a las aventuras del Capitán Spiff, alter-ego espacial de Calvin; a esa entrañable relación de amor/odio que mantiene con Susie Derkins...
Es sencillo engancharse a Calvin y Hobbes. Bribones adorables, expertos en el pillaje, la befa, el lanzamiento de bolas de nieve congeladas y la destrucción de mobiliario. En el mundo real, los sufridos padres de Calvin probablemente le administrarían Ritalin. En este maravilloso universo de viñeta, asisten espeluznados a las constantes salidas de tono de un mediometro que parece la encarnación de Atila y su inseparable escudero felino. Casi como cualquier niño de esa edad. Campan a sus anchas, le toman el pelo a todo bicho viviente. Y siempre dibujan una sonrisa en el rostro del lector, de esas que hacen los días más luminosos, mejores.
Bill Watterson dejó de publicar historias de Calvin y Hobbes hace casi quince años. Vive retirado, en paradero desconocido, y se dedica a la pintura. Nunca permitió que sus historias dieran el salto a la animación. Luchó denodadamente para que no se convirtieran en un objeto de marketing, pero sus editores se salieron con la suya. Hoy es posible encontrar multitud de antologías recopilatorias, todas ellas recomendables, y son varios los periódicos estatales que publican diariamente estas sanas dosis de imberbe irreverencia. Su arte no se ha abaratado; muy al contrario, crece con el tiempo, sigue transmitiendo la magia de la vivencia infantil, ese éxtasis al que todos, en mayor o menor medida, renunciamos cuando crecemos. Los adultos... gente estúpida por definición. Quizás sea este el Aleph que anhelas.
"A veces pienso que la prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el universo es que nadie ha intentado contactar con nosotros". Calvin.
"La vida es mucho más divertida cuando no eres responsable de tus actos". Calvin.
"Desde ahora en adelante no haré nada que no quiera hacer. El mundo me debe felicidad, realización y éxito. Solo estoy aquí para aprovecharlo". Calvin.
¿Qué sonaba? The Drones - Further Temptations (Valer, 1977)
1 comentario:
Joer, ya lo hemos hablado pero lo digo tambien aquí, conocí la tira en El Pequeño País, qué tiempos, y ahora los chavales con la play... vamos pa' trás nen.
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