Fantástico Sr. Fox (Wes Anderson, 2010)

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El Sr. Fox decidió hace tiempo abandonar la profesión de ladrón de aves para dedicarse a cuidar de su familia. Ahora, escribe una columna en la gaceta local semanal que casi nadie lee, vive en una madriguera convencional y se siente pobre. Pero al mudarse a un árbol con vistas a las granjas de los tres mayores criadores de aves de la zona, los malvados Bean, Beaver y Bunce, comienza a trazar un plan para perpetrar un último golpe maestro que desatará la furia de los granjeros, sumergiendo a la familia Fox y al resto de animales del bosque en una vorágine de tiroteos, huídas, robos, incendios, excavaciones y situaciones delirantes que les llevará a reencontrarse con su naturaleza primordial, perdiendo alguna que otra cola por el camino.

Deliciosa. Personajes, diálogo, guión, diseño de producción... todo encaja en Fantástico Mr. Fox, quizás la obra más humana y comunicativa de Wes Anderson. Sin las neuras de Los Fabulosos Tennenbaums o el ritmo glaciar de The Life Aquatic, las peripecias de Foxy se desarrollan en un primoroso Stop Motion, desbordante de imaginación y dinámica, que sólo es el medio para un fin. Emotiva sin resultar ñoña, desternillante sin caer en el infantilismo, logra transformar a estos personajes de trapo en entidades vivas a través de las cuales expresar una enorme pasión por la vida como celebración consciente de todos los instantes y seres que la constituyen, desembocando en una fábula animal de ingente contenido emocional y filosófico, en una película imaginativa, profunda, divertida, conmovedora, salvaje. Por su supervivencia: la de Anderson y sus criaturas, la de nuestra verdadera naturaleza. Sombrerazo, Mr. Fox.

La muerte muerde el silencio


Imagina un nuevo día. Abres los ojos, despiertas desperezándote; quizás con el tiempo justo para salir pitando, tal vez con el suficiente para dedicarlo a las tareas cotidianas, la familia, los compañeros. Desayunar, hojear el periódico, un poco de conversación o puede que escuchar en silencio las noticias. ¿Qué ha ocurrido en el mundo mientras dormías? ¿Qué pasará mientras estés despierto? Los planes para la jornada se arremolinan en tu cabeza mientras sales de casa y comienzas a caminar hacia tu destino: hacer esto, recoger aquello, no olvides acudir a tal cita, recuerda ese pequeño detalle... Todo responde al esquema de lo habitual hasta que tu cuerpo parece volverse sordo, incapaz de comprender el lenguaje en el que os habéis comunicado de forma inconsciente durante años. Tan sordo como el impacto que te alcanza en el pecho devorando tu aliento, amortiguando el sonido, ralentizando el transcurso del tiempo. Y tus miembros, tan pesados, ceden mientras caes hacia un suelo extrañamente lejano en el que se dibujan formas oscuras, líquidas. Y el aire se vuelve denso como la tierra, y la luz adopta un mortecino tinte grisáceo, y un profundo terror te desborda mientras una mano neutra recoge tu cuerpo del suelo con movimiento mecánico, atravesando tus ojos con un alambre, engarzándote como a una perla trágica en un cinturón dentado donde cuelgas, moribundo, mientras formulas una pregunta como último pensamiento: ¿por qué?

Porque la muerte muerde el silencio con dientes de trueno
en un cielo sin nubes
de madrugada

La caza sigue siendo considerada un bello deporte por muchos seres humanos. Sólo el año pasado un millón de cazadores asesinaron a quince millones de animales en la península ibérica.