Nuevoespaciovacío

|Sonaba Epstein ~ Sealess See (Asthmatic Kitty, 2010) Escúchalo en SPOTIFY|

Algunas de las cosas que estaba acercándoos ultimamente tenían un tono más abstracto o sombrío de lo usual, así que para no mezclar flores con cardos abro un nuevo espacio desde el que emanar aquello que se me va ocurriendo cuando cazo por la sombra. Lluvia de vacío es el nombre, Lobo Eléctrico es el hombre.

Fresh Weekend. 01-02.07.2010 @ Aquapark, Cerceda

|Sonaba Gregor Tresher ~ Lights From The Inside (Break New Soil, 2011) Escúchalo en SPOTIFY|

Todavía estoy recuperándome de un Azkena soberbio y ya estoy metido en otra expedición gonza. Hacia el norte, como en Azkena. Solo, como en Azkena. Acreditado, como en Azkena. Pero en un marco totalmente distinto: el de la música electrónica. Si la sal de la vida está en los contrastes, aquí va una buena ración. Segundo año de Fresh Weekend y expectativas al máximo tras el éxito de la primera edición, un festín de ritmos, ambientes, luces y gentes del que salí sonriente para cuatro lunas. Las condiciones y ubicación se repiten: principios de verano, Aquapark, entorno natural y una excelente selección de DJ’s y directos para amenizar dos jornadas intensivas de cálida inmersión en piscinas Techno y House. Preparen la escafandra.

Sin ser una jornada espectacular, el viernes reinó el espíritu de la fiesta, sobre todo en una carpa Azul bastante hedonista en la que hubo mucho despiporre pero pocos momentos destacables, comenzando por Art Department, muy cool él con sus gafas de sol y su apostura moderniqui, pero entregando House justito que sólo sirve como calentamiento para Seth Troxler, lanzado hacia la pista pero sin lograr despegar, marcando la tónica de lo que allí se vio y escuchó: House intrascendente para los peques de la casa. Así que obviamos los pases de Jamie Jones y Damian Lazarus para pasar a cosas más serias.

Que ocurrían en el Rojo, guarida del Techno en esta primera jornada. Abrimos boca con Architectural, que no hace directo como bien aclaró recientemente en Transistora. Serio en los planteamientos y las formas, de momento sale perdiendo frente a su alter ego Reeko, pues aún tiene que pulir este enfoque detroitiano para restarle frialdad y sumarle alma, pero las vetas de esta mina van cargadas de material precioso. Tiempo al tiempo. Le sigue Victor Santana, parapetado tras un arsenal de cacharrería analógica y arropado por una banda que incluye percusión y cuerdas, ensanchando el abanico del festival con un directo melódico, trabajado y abierto que puso la carpa patas arriba y se despidió entre las ovaciones de un público rendido a sus pies, no sé si por réditos musicales o geográficos. A servidor, ni fú ni fá, la verdad. Lo mismo que Daniel Bell cuyo anodino pase me hizo salir por piernas hasta la aparición de un Oscar Mulero memorable. Tres horas de disciplina y matices en las que jugó a su antojo con intensidades, bombos y tempos, mostrándose en clara progresión ascendente y poniendo en solfa a sus detractores. Sencillamente antológico.

La cosa  prometía continuar con estocada mortal de la mano de Jeff Mills, que arrancó sublime y trenzó una primera hora no fría, gélida, para abrir pista en el tramo final. Muy mental, tal vez demasiado, pero dando motivos sobrados a los entregados a la causa Techno para seguir considerándole El Profeta. Así que rumbo al Azul, donde Luciano ya está metido en harina desde hace un rato, pero sus meneos a la ibicenca sugieren poco y doy marcha atrás para cerrar con Anthony Child, esto es, Surgeon. El cirujano no defrauda: su densa amalgama de bajos abandonó hace tiempo las catacumbas para abordar un enfoque de amplio recorrido, sugerente y rico, en el que la personalidad no está reñida con la calidad ni el ambiente de un festival. Un cierre de calibre bajo las primeras luces del día. Aún resuenan ecos desde el otro lado del parque, donde Luciano termina por enterrar la reputación que le quedaba bajo gruesas capas de desbarre. La única duda que me queda es saber quién estaba más del revés: si él, los que le acompañaban en el escenario o la muchedumbre que le bailaba las gracias. Pues a disfrutar del frescor mañanero y comentar la jugada.

Porque dormir, lo que se dice dormir, me da que no. Es lo que tiene el Fresh: acabas en los albores, te das una vueltecita hasta el camping, repones energías y la noche se te junta con el día, y el mediodía, y casi la tarde entre piscineo, charleta y siesta. Cosas de tener acceso a un relajadísimo Aquapark de gambiteros varios, chicas monísimas, barras a precios populares, chicos guapos  y soles de justicia. Dese una ducha, vístase deprisa, localice a la cuadrilla y la hora de entrada se alarga haciendo que con todo el dolor de mi corazón y cena de por medio, me pierda a Deetron, Traversable Wormhole (imperdonable) y un muy prometedor Len Faki, que lanza sus últimas andanadas mientras Speedy J afila su arsenal digital. Precedido por una carrera bastante larga y sabedor del terreno que pisa, el holandés pone el botón de los graves al once y sacude la carpa con una incesante lluvia de bombas y bombos expeditivos, muy pisteros, muy efectivos. Ahora, no le pida usted que innove. Le sigue Paul Ritch, que comienza ambiental y un tanto indeciso para escorarse progresivamente hacia la contundencia, dejando las sutilizas en la maleta, abriendo la pista en canal... y es aquí cuando comienza a apoderarse del escenario Rojo una cierta sensación de déja vù, de cansancio en el sonido, de apoltronamiento en los que manejan los mandos. ¿Agotamiento?

No cambian mucho las cosas con Marco Carola, que siempre me ha dejado frío y tampoco me convenció en esta ocasión. Soso a rabiar, propulsado a la órbita de Cocoon, sigo sin comprender el exitazo del italiano más allá de su indiscutible labor como catalizador del la escena Techno Italiana. Como parece que no piensa apearse de la burra, pasadito por el escenario Blanco, que ayer tuve totalmente abandonado salvo por fugaces vislumbres de los pases de Placid y Fred P. En él pillo por los pelos a un Tyree Cooper muy Soul justo antes de que Phuture 303, micro en mano, arranque con un sonoro "vamos a ponerle energía" un set vieja escuela calidad Beluga. Palabras que valen más que mil imágenes: ácido, trepidante, ruidoso, puro 303. Dame Roland y llámame tonto. Ni el sonido ni la hora pudieron con él. Ganador.

Hora de volver al Rojo para una cita ineludible con John Digweed. Muchas ganas y mucha expectación, pues el británico no se prodiga por estos lares, que se vieron recompensadas con otra de las sensaciones del festival. Progresivo en el mejor sentido, creando un viaje repleto de meandros suaves, de perfectas formas redondeadas y fluidas, insufló una corriente de aire fresco frente al martilleo unidireccional que se llevó por delante otras sesiones. Gentleman superclase y colofón perfecto tras el que llega un pequeño bajón: Gregor Tresher ha sufrido un baile de horarios y le sustituye David Squillace. Lo del alemán prometía oro negro, y tras ver que lo de Squillace no es para tirar cohetes (de Ibiza tenía que venir...), cierro en el Rojo con Dubfire y Carlo Lio, que trabajan su negociado de forma sorprendente: aunque Dubfire es el que lleva la fama, me da que la lana la carda Lio, pues sus aportaciones tienen bastante más enjundia que las del ex-Deep Dish. ¿La prueba? En cuanto Ali toma los controles la cosa deriva hacia una noche cualquiera en Amnesia, por lo que servidor decide retirarse antes de que el corte de señal le convierta en calabaza.

Por delante, una mañana soleada y algunas horas de viaje hasta mi amado Bierzo, donde descansaré entre amigos y parientes antes de continuar hacia latitudes más secas. Atrás quedan una adorable cuadrilla de asturianos de oro que me acogieron como a uno más, algunas naves ardientes, muchas horas de buena música y tal vez otras tantas de estancamiento. ¿Balance negativo? En absoluto, al menos en lo que respecta a un festival impecable en casi todos sus aspectos. Otra cosa son los artistas y las tendencias, que sí parecen mostrar signos de agotamiento en sus formas más explotadas, primando la mimesis a la personalidad. Pero también es cierto que siempre existirán catacumbas desde las que siga fluyendo el talento hacia aquello que los pioneros llamaban Hi Tech Soul. En ese difícil balance entre lo subterráneo y lo masivo se mueve el Fresh Weekend, y de momento salvan la reválida con nota. El año que viene, más y mejor. Muchas gracias, chicos.