Autocromo: Sueño en Imágenes

La placa autocroma fue el primer método para obtener fotografías en color. Patentado por los hermanos Lumiére en 1907, se trata de un proceso que emplea los principios de la síntesis aditiva. Sustituyó a la mayoría de  técnicas previamente existentes (ferrotipo, cianotipo, daguerrotipo...) y reinó hasta la invención de la película fotográfica.

Sobre una emulsión pancromática normal para blanco y negro se depositaba una capa formada por una mezcla de granos de almidón teñidos en tres colores primarios: azul, verde y rojo (generalmente). Esta pantalla actuaba como filtro selectivo durante la exposición, produciendo diferentes densidades en la imagen en función del color, la luminosidad y la intensidad de la imagen tomada. Tras revelar y positivar, la observación a la luz blanca a través de la misma pantalla de filtraje producía una buena impresión en color.

Aunque los autocromos resultan desvaídos comparados con las fotografías modernas, el encanto vintage (como dirían los anglopendants)  y onírico de estas imágenes puntillistas las convierten en codiciado trofeo para anticuarios y freaks de lo viejuno. Una de las colecciones privadas más espectaculares es la de Florent Van Hoof, ciudadano belga cuya web Autochromes From Belgium, dedicada al trabajo de tres de sus compatriotas, es un excelente punto de partida para adentrarse en este fascinante universo de polisacáridos tintados.

¿Qué sonaba? The Flaming Lips ~ Yoshimi Battles The Pink Robots (Warner, 2002)
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Rumbo al Sur, hacia Poniente

Salvatierra. El cielo de Febrero da tregua a un sol que dice con voz inequívoca "aun soy pequeño, pero vuelvo" mientras traza sin esfuerzo un arco espléndido sobre ese pantano coronado por muros de piedra. En el agua, un labrador salva palos. Atiende al nombre de Pin, y quizás sea el perro con mejor talante en la historia del universo. Le observan cuatro humanoides que respiran, sienten, están. Son. El paisaje de casas abandonadas y paredes erigidas sin cemento les regala la perspectiva de un mundo sin prisas ni enchufes, alejado del vértigo y el "hola, me voy que no llego". Hacer más con menos. El sur nos llama a través de los que han viajado allí antes que nosotros. Vamos. Sigamos.

Hervás. El río Ambroz le moja las enaguas, su judería es un cúmulo de recovecos y sopresas: callejuelas laberínticas, miradores, cuevas de trasgos repletas de té con algas y especias del sol, casas redondas habitadas por emigrantes del norte, hospitalarios, rodeados de niños; pequeños umbrales desde los que señoras sonrientes aún más pequeñas venden aceite virgen y garbanzos "de los que sirven para sembrar, no de los de ahora"; un perro actor minúsculo nos deleita con una escena que merecería un Oscar. ¿Y los nuestros? Junto al agua, claro... aunque si les das tiempo suficiente los (nos) encontrarás en una terracita, junto a las cañitas y los pinchitos, siempre. Grandes y pequeños abrazos de grandes y pequeñas personas, algunas con dentaduras almenadas, todas hermosas. Y puestos a mancharse los dientes, ¿algo más apropiado que un restaurante sefardí? Deliciosas recetas de otros tiempos, otras latitudes: Shashuka, Pastela, Burekas, Goulash, Milhojas de verduras, Berenjenas rellenas de Quinoa, Pollo con miel... y buen vino. Donde vayamos, que no falte.

Granadilla. Una pista de asfaltado irregular desciende hacia un jurásico paisaje de eucaliptos. Al fondo, el agua. No hay cielo. Ni tierra. Sólo un continuo en el que las formas se funden con sus imágenes. Y una torre en la que los niños ven dragones. Yo veo una escalera de caracol eterna que hace aún más larga el peso del caballerete que descansa en mis brazos. Su sonrisa deshace cualquier signo de cansancio. La construcción es extraña: un cuerpo principal cuadrado, una media torre curva adosada a cada uno de sus lados. Y en la cúspide, bajo una cubierta metálica, 360º grados de horizonte en cinemascope, sin proyector ni butaca. Y ese cielotierraagua sin márgenes. Descendemos: de la torre al pantano, de la piedra al agua. Por intuición llegamos donde descansan los otros. En la orilla, un roca separada del resto. Sólo unos pasos, un mundo. Allí, la superficie del agua se mueve superponiéndose en múltiples fases, combinándose, disolviendo el ser. La mente descansa, la consciencia elimina lo accesorio, el cielo nos regala su mejor atardecer. Un minuto, y otro, y otro. Respirar. Ser. Estar. Y constatar: la riqueza nada tiene que ver con el reino de los hombres. Al recordarlo, cierro los ojos, vuelo... y el mar lame mis párpados.

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Epiléptico: Las Ascensión del Gran Mal | David B.

Serpientes negras hacen presa en el joven Jean Christophe, su cuerpo se contorsiona como si hubiera recibido el impactro de un rayo. Su hermano David le observa petrificado durante unos segundos antes de salir corriendo en busca de sus padres. Sin saber qué hacer o cómo reaccionar, la familia presencia impotente el espectáculo hasta que la crisis se mitiga y Jean Christophe recupera el control. Su mirada es confusa, se encuentra desorientado, no sabe qué ha pasado. Es la primera vez que sufre la mordedura de El Gran Mal. La epilepsia ha entrado en las vidas de los Beuchard. Es el inicio de tres décadas de incertidumbre y peregrinaje, tratamientos experimentales y medicina tradicional, médicos y curanderos, rebeldía adolescente y comunas macrobióticas, novela fantástica y tarot, arquetipos, imaginación hiperactiva, derrotismo, magos, electroshocks,  nazismo, píldoras, dibujo, dibujo, dibujo... y epilepsia, un Atlas que consume a quienes tratan de superar su cumbre afilada cumbre.

Enorme tanto en sus planteamientos como en su forma, Epiléptico es trabajo descomunal publicado originalmente por entregas entre 1996-2003 y recopilado por Sinsentido un sólo volumen. Tan ambicioso que, a decir de algunos, peca de excesivo. No para aquellos sin miedo al texto, para los buscadores de relatos densos que funcionan en múltiples niveles. Densa, barroca, caracterizada por mesméricas viñetas dominadas por el negro y una narración realista, inmisericorde con los protagonistas. Sin ambages: emoción pura y dura. El trabajo introspectivo, casi psicoanalítico del que surge alcanza el amor y la ternura, pero también la repulsión y el rechazo hacia el pequeño epiléptico, hacia su mal, una dolencia que extiende sus tentáculos invisibles hacia David y los Beuchard, convirtiéndolos en seres introspectivos y errantes, mendigos de salvación sometidos a la mecánica de los doctores, los abusos de los charlatanes, la desaprobación de la social. Tan imaginativa y multiforme como la mente de un niño que observa maravillado, sobrecogido, sobrepasado por los acontecimientos que le rodean, Epiléptico es una gran novela (autobio)gráfica.

Epiléptico: La Ascensión del Gran Mal ha sido editado en España por Ediciones Sin Sentido

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Principios del Yoga: Āsana

Āsana es uno de los ocho principios fundamentales del Raja Yoga de Patanjali. Junto a Prāṇāyāma, constituye el corpus central del Hatha Yoga de Swatmarama, una de las tres principales escuelas derivadas del Raja. Āsana suele entenderse como "postura" y, por extensión, se aplica a las distintas posiciones  que se adoptan durante la práctica del Yoga. Pero esta sólo es una de las posibles traducciones que ofrece la etimología de la palabra original, procedente del sánscrito.

Si tomamos como referencia los Yoga Sutras de Patanjali, podríamos entenderla como "sentarse" o "sentado", aunque si optamos por un término más amplio consideraríamos también "estable" o "estabilidad". Por tanto, Āsana podría hacer referencia tanto a una práctica estática/sedente como a la consecución de estabilidad y/o equilibrio.

Equilibrio entre los planos mental, físico y espiritual. Mediante la ejecución controlada y consciente de Āsanas se logrará una mayor comprensión de estos tres cuerpos y los mecanismos que los armonizan. El movimiento muscular consciente implica una mayor activación del córtex cerebral, estimulando su funcionamiento y aumentando el control cortical. Por tanto, las Āsanas deben adoptarse con movimientos lentos y precisos, mantenerse de forma relajada y deshacerse también con movimientos lentos y controlados. De esta forma se busca alcanzar un estado de relajación física que permita permanecer en la postura con relativa facilidad durante largos periodos de tiempo, más de tres horas en los casos de grandes maestros. Con la práctica, la relajación física vendrá acompañada de la mental, hecho que permitirá dirigir y enfocar la mente hacia estados meditativos profundos orientados a trascender la experiencia física.

¿Qué sonaba? Cluster ~ Zuckerzeit (Brain, 1974)
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Men, Di Gar!

"Lo irracional es mendigar legalmente ante la ilegalidad flagrante, como si esta fuese un absurdo que se deshace cuando se le señala con el dedo." Guy Debord (La Decadencia y la Economía de la Sociedad Espectacular-Mercantil, 1965)

Decadencia, irracionalidad y absurdo, signos de los tiempos en que vivimos. La máquina nos ha sobrepasado y ahora devora su músculo antes de encontrar otro huesped en el que alojarse, del que alimentarse. No saben la que se les viene encima. Ni nosotros, tampoco nosotros parecemos saber lo que tenemos encima. Por que ya está aquí, aunque aún no ha deshecho su hatillo. Cuando lo haga, veremos, y aullaremos, pediremos sangre, las cabezas de los que nos han conducido a esto, los que representan el teatro que esconde el verdadero escenario, aquel en el que se mueven desde hace milenios los que manejan al hombre a su antojo; y una vez consigamos "justicia", la catársis nos hará olvidar, como siempre, y se cerrará un ciclo. Y se abrirá uno nuevo, que será el mismo, la ilusión que nunca se desvanece, la condena del hombre.


Deja de pulsar ese botón, haz que se detenga la máquina. Escucha. Mira. Sólo es un truco. Nos han instruido en lo contrario, pero si es nuestra mano la que mueve el palanquín del emperador, también puede arrojarlo contra el polvo del camino.


¿Qué sonaba? Alice Cooper ~ Love It To Death (Warner, 1971)
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