Trans Blues. 16-17.07.2010 @ Plaza de Toros del Castañar, Béjar

Arena y cal... y arena. Pocas veces nos habíamos topado con esta tesitura en Béjar, y fíjate que este año salimos con un balance más bien escaso para un festival que en nuestro corazón era un referente. Del buen rollo, sí; de los bocatas a medianoche, también; de la buena música, por encima de todo. Y hete aquí que, tras un par de ediciones que me dejaron la ceja levemente arqueada, nos encontramos en 2010 con la sorpresiva sensación de que Béjar ha cumplido ciclo. 

El Viernes abre Larry Garner con blues venéreo, pantanoso y políticamente incorrecto. A falta de una banda con más nervio el líder desgarró sus formas en aparente solipsismo, sin demasiadas florituras a la guitarra pero derrochando fuerza. Estaría como en casa en Fat Possum. El trancazo que me llevo desde hace varios días me obliga a retirarme en los últimos compases de su pase y, para mi asombro, cuando quiero he recuperado la verticalidad Canned Heat han tomado el escenario. Para mi asombro, digo, porque mis oídos no dan crédito a lo que escuchan, una suerte de peñazo progresivo ochentero infumable.  A medida que avanza el pase remontan, sobre todo recurriendo a la munición pesada de su repertorio, pero la consumen tan rápido que el esfuerzo se traduce en mejores intenciones que resultados. La banda está encantada consigo misma y con el público, pero el rendimiento es bajo y la inspiración escasa, excepción hecha de un Larry Taylor que mantiene el pulso con huraña entereza. Entrañables, pero fuera de forma. Sabor agridulce que no conseguirá quitarnos la Climax Blues Band, flemático combo inglés, solvente aunque aséptico, que nos hace concluir la jornada meciéndonos suavemente mientras disfrutamos de los amigos y ese ambiente tan distendido y familiar que  caracteriza al festival.

El Sábado pintaba mejor sobre el papel, al menos para la familia. Yo tengo mis dudas. Hay muchas ganas por ver a Robben Ford, pero su alianza con el melifluo Bill Evans ya pintaba mal antes de comenzar. Cansinos y sin brío, practicando un farragoso batiburrillo de estilos tradicionales que apuntaba a todo y no le acertaba a (casi) nada, aburrieron a las monas y dejaron a la parroquia dividida. Por experiencia, currículum y banda (la mejor base rítmica del festival con diferencia) deberían haber arrasados nuestras cabezas, no nuestras ilusiones. menos mal que andaban por allí unos Fabulous Thunderbirds destinados a coronarse vencedores de esta edición 2010. Obviando los debates sobre si son o no los Fabulous Thunderbirds con sólo un miembro original en la banda (en Canned Heat no quedan, y a estos se les cuestionó menos), la ululante armónica de Kim Wilson casi hizo olvidar la ausencia de Jimmy Vaughan. Pletórico al instrumento y la voz, la banda sólo tuvo que acoplarse al ritmo del líder para cuadrar un concierto redondo. Con este panorama Michael Hill lo tenía difícil para dejar huella, y aunque no provocó gran algarabía con su abierto sonido neoyorquino, el buen rollo que supuraba y la propulsión que le procuraban unos Blues Mob engrasadísimos conectaron muy bien con los allí presentes, haciendo un cierre ameno y correcto. Eso, y que tirar de Hendrix es acertar sí o sí.

Resumiendo: resultado mediocre para un festival que hasta hace dos años había hecho de la calidad su bandera. ¿Será que me hago mayor? Más bien me parece que los programadores deben estrujarse las meninges, apostar por sangre nueva (que no hay mucha, en eso ya estamos) y trabajar más con artistas nacionales, que los hay muchos, muy buenos y de peso. Y si hay que salirse de los confines del Blues dudo se les pongan pegas, máxime cuando en las dos últimas ediciones han dejado ver un ramalazo Funk interesante aunque revenido. A refrescar las ideas para el año que viene, por favor. Si es así, allí estaremos.

Las fotos son gentileza del extraordinario Mr. Gibson.


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Dos centenares

Aniversario al canto. Hoy caigo en que la semana pasada este su blog amigo llegó a las doscientas entradas. Aunque no muy dado a las onomásticas y en la doscientos uno (esta que usted lee), siempre es bueno tener un motivo para celebrar, así que ahí van estas velas para tod@s por el cariñó, el seguimiento, los comentarios y las visitas. Y que lleguemos... donde tengamos que llegar.

Sat Nam.

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Fresh Weekend. 02-03.07.2010 @ Aquapark, Cerceda

La apuesta, fuerte y original: plantear un festival en el que naturaleza y música electrónica de primer nivel se dan la mano en el recinto de un aquapark. El resultado, un exitazo. No puede calificarse de otra manera cuando la asistencia en esta primera edición rondó las 16.000 personas, tres veces más que la población de Cerceda. Musicón en  todo momento, muy buen ambiente, amplia repercusión en medios de comunicación y, para aquellos a los que les interesa, pase de la selección española de fútbol a la final del mundial. A más de un@ le costó bajar de la nube.
El viernes se plantea ajetreado, pues además de cumplir con lo personal hay que hacer kilómetros a manta, recoger provisiones por el camino, localizar la guarida, vender un par de bonos que nos sobran y prepararse para los rigores nocturnos. Galicia nos recibe con lluvia y, dado que no hay carpas sino escenarios, la cosa huele a Wet Weekend. Tras coger una buena chupa de agua y contemplar el dantesco espectáculo que ofrecen las zonas de acampadas (barrizales impracticables a estas alturas) corremos a resguardarnos en el escenario C, donde los chicos de Luciano llevan ya varias horas calentando al personal. Sea por el interés que despiertan los artistas del sello o por la climatología el caso es que esto está hasta arriba, y arriba se viene un Reboot pletórico, que huye de lo previsible para darle al sonido Cadenza una vuelta de tuerca más Tech, profunda y a los cojones que funciona. Sombrerazo para Kabale Und Liebe, el encargado de hacernos olvidar la petardada de Luciano: las pantallas del festival anuncian que problemas meteorológicos impiden al chileno estar en el festival. Habiendo hecho un show de media hora en la zona chill a las cinco de la tarde, KUL no desaprovechó la oportunidad de atacar las horas estrella del escenario C, quitándonos el mal sabor de boca con una buena aunque predecible sesión de Tech House, consistencia y populismo para una chavalería que a estas horas sólo pide mambo.

En estas Kowalski ya ha tomado el escenario B. Uno de los que nunca fallan para los amantes del buen Techno, su nuevo directo sorprenderá sólo a medias, pues la necesidad de renovación va más allá de incluir varios temas nuevos. Continúa agarrándose a los frutos de su éxito cuando llega el momento culminante, es decir, que se pone truchón truchón, cayendo en unos tópicos de los que debe librarse. Después, la gloria trocada en debacle: un Kevin Saunderson sin personalidad convertido en la mayor decepción del festi. Acudimos cual sedientos peregrinos del desierto en busca del maná divino de Detroit, pero recibimos una dosis de comida rápida, mal preparada y peor servida, sin dirección ni sentido, totalmente predecible y aburrida en muchos casos, indigna de uno de los padres de la criatura. Techno Minimalero del que pinchan en la disco de tu barrio, soniquetes más machacados que el puño de Bud Spencer y escaso nervio. A falta de ver en qué anda Juan Atkins ahora que recupera a Model 500, Derrick May parece ser el único miembro de la santísima trinidad que mantiene su personalidad intacta. 

Por los otros escenarios pululan un The Häcker que ni fu ni fa, y un DJ Hell muy esperado por nosotros que se convierte en la segunda decepción del día. Bastante descafeinado, se dejó llevar por el ambiente piscinero para facturar una sesión atípica, housera y poco excitante.  Los problemas técnicos (constante durante el festival) le hicieron cogerse un cabreo descomunal, y lo que debiera haber aprovechado para licuarnos la cabeza le indujo un estado de astenia en el que su sesión transcurrió sin momentos destacables. La primera vez que Helmut me falla, aún sigo perplejo. Con la lluvia todavía dando la tabarra, nos dirigimos al desbarajuste de horarios que es la carpa C mientras amanece sobre los eucaliptos... ¿Quién cierra? Julien Chaptal y Kabale Und Liebe haciendo un sólido mano a mano al que no se le puede poner pega alguna dado lo improvisado de la situación.


El sábado, la reventona del día anterior nos confina a pasar el día entre sábanas, legañas y zumbidos intercraneales. Zumitos y relax, así se resume el día hasta que llega la hora de salir de la hura. Muchas actividades interesantes hoy, comenzando por unos Âme en formato mono (sólo Frank). Su actuación, prometedora a priori, no caló entre el público y se diluyó en un House bienintencionado cuya escasez de mordiente aumentaba a medida que se hacía patente la desilusión de Frank. Poca entrega a ambos lados de la valla, así que nos dirigimos a la cita con Convextion para comprobar que casi todo el mundo está viendo el partido, que casi todo el mundo está en la puta parra. ¿Resultado? Lo mejor del festival para un petit comité de apenas cien personas, que recibimos como bendiciones las muy profundas y minimales esencias con que nos bendijo el tejano. Nada de alpiste para trendies ni truchismo verbenero, sino Techno Detroit poliédrica y excelso. Atmosférico, orgánico, melódico, ambiental y electrificante, pelín Dub a última hora, Convextion dio una clase magistral. Medalla de oro. 

Entre idas y venidas, gritos de júbilo por el pase a la final y misión de búsqueda para localizar a un rezagado se nos pasa un buen rato en el que vemos arrancar a Christian Wünsch (también afectado por problemas de sonido), vislumbramos fugazmente a un Anton Pieete sobre el que no puedo pronunciarme y aprovechamos para reagruparnos y recargar las armas. A estas horas perece que algunos escenarios comienzan a descuadrar horarios, por lo que las siguientes horas nos ven movernos cual anguilas de un escenario a otro para poder ver todo lo que queremos. Oxia arranca en el C manejando con tino los mando de una sesión caracterizada por las escasas sorpresas en la selección, muchos clásicos de producción propia que continúan levantando el ánimo de la afición. Fatima Haji lanza bombas sin ton ni son sobre el escenario B: escapamos a la carrera hacia el A, donde Krazy Baldhead con escasa parroquia cede los mandos a Justin Robertson. El británico, perro viejo en esto de pilotar audiencias, comienza tímido, tanteando al personal con sonidos abiertos, melódicos, hasta que toma el pulso de la audiencia y comienza a elevarla. House y Elektro son la base de una sesión muy fresca, dinámica y orgánica, de las más divertidas del festival. Incomprensible que se halle en esa gris franja de la escena destinada a enterados y diggers, pues su propuesta tiene todos los ingredientes para poner del revés un FIB, por ejemplo.


Dejamos a Robertson en su fiesta particular para ver a Reeko lanzar sus últimos pepinos (estos, con sentido) sobre el B, con los problemas de sonido haciéndole torcer el morro antes de que arribe Redshape. Otro esperadísimo directo que los técnicos se encargaron de estropear, para desesperación del hombre de la cara rojo. Tras una primera parte con constante cortes de sonido y pérdidas de potencia el PA se estabilizó, pero ya era tarde para un pase tocado de muerte. Desmotivado y remontando a duras penas, no brilló como esperábamos, a pesar de lo cual estuvo notable. Lo dejamos para una ocasión mejor y nos ponemos en manos de Guy Gerber, que sigue puliendo el directo que ya disfrutamos en el Electrosonic de 2009. Lo de este hombre es serio: Tech House expansivo, sobrio y directo a los pies, ideal para las horas estrella de la noche, cerrando la boca a los que (no sin cierta razón)ponen a parir todo lo que sale de la factoría Cocoon. Y en estas aparece un Steve Lawler que a lo largo de su set no nos quitará ojo, manteniéndose muy concentrado en la reacción de la gente y dándonos una sesión muy comunicativa, hedonista y accesible con la que se/nos encanta hasta culminar con un "I Feel Love" de Mistress Donna Summer que lanza los tensores de la carpa a las Cíes. Algarabía absoluta en la C, con la muchachada aplaudiendo a rabiar y el horario extendiéndose más de lo previsto, tanto que The Seekers aparecen más de una hora tarde sobre el horario previsto. Ningún problema en prolongar el cierre, al que el duo se aplica en un directo austero que sólo decae en un par de momentos (esos efectos que se iban de mano) Buena traca que final que me supo amarga al descubrir que los que vieron amanecer en la carpa D tuvieron segunda ración de Convextion, pues ocupó los minutos postreros de este espacio con otro segmento de directo no anunciado. ¡Me tiro de los pelos! 

Nos han quitado el Electrosonic, pero ya tenemos alternativa más que interesante en Galicia. Toda la anticipación fue para bien, y la organización ya ha emitido un comunicado en el que se valora la experiencia como algo muy positivo y que, dada la respuesta a esta primera edición, se consolidará en años venideros. Vente al norte, que se está freshquito. Hasta 2011.

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Todd Rundgren ~ Something/Anything? (Bearsville, 1972)

Este maravilloso vademecum del Pop es muy especial para mí. Supuso mi despertar a un modo de hacer canciones y entender la música con el que tenía serios problemas. Que era un duro, vamos. Todo tenía que sonar chirriante y rasposo, al menos algo sucio para que lo considerase digno de mi atención. Pero la dulzura que emana "Something/Anything?" me transportó fuera de un pensamiento limitado que me privaba de placeres de gourmet. Rundgren pasaba por muy buen momento: su carrera como productor despegaba con Badfinger, encontraba el reconocimiento necesario como solista como para tener libertad casi total en sus proyectos, y en lo personal iniciaba su relación con Bebe Buell, modelo de 19 años que con el teimpo se convertiría en una de las groupies más famosas de la historia. En forma y con un objetivo claro, Rundgren se encerró en el estudio a lo Juan Palomo y cocinó él solito la práctica totalidad del disco, doble para más inri. Sólo la cuarta cara, plagada de colaboraciones, rompía la norma de un disco muy inspirado en la forma de hacer de algunos artistas de Motown, como Marvin Gaye y Stevie Wonder.

También de Motown le vino la idea de poner el single más claro, "I Saw The Light", al inicio del álbum. Todo un acierto que lo propulsó hacia la estratosfera, pues servía como arco de entrada triunfal en una maratón de composiciones perfectas, plagado de baladas atemporales del calibre de "Sweeter Memories", "Hello It's Me" (original de su época en The Nazz) o "One More Day", y aunque la tónica dominante es relajada también hay lugar para juguetones medios tiempos como "It Takes Two To Tango" y "Breathless", Rock pesado con "Black Mariah" o "Little Red Lights", y uno de los temas definitivos de Mr. Rundgren, por no decir de la historia del Power Pop: "Wolfman Jack". Si al escuchar esta CANCIÓN (así, con mayúsculas) tu espíritu no se eleva es que sufres algún desajuste neuronal.

Nunca pude convencer a los amigos. Incluso los más predispuestos hacia el sonido  de los '70 arqueaban la ceja tras una primera escucha. Siempre me dio igual. Pienso que ni antes ni después logró el amigo Todd un disco tan complejo y sencillo, completo y ligero como este. Su carrera siguió adelante y floreció en muchos aspectos, facturando discos de gran calado y logrando convertirse en referencia del Rock Progresivo con su (excesivo) proyecto Utopia, pero "Something/Anything?" continúa siendo el punto álgido de su carrera. Hazle un hueco en tu corazón junto a Big Star y Badfinger.

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Ilegales Redux: 126 Canciones

"Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda". Lo cantaba Rafael Amador al frente de Pata Negra, pero el ripio bien podría haber salir de la ácida pluma de Jorge Martínez.

Gracias a Mr. Gibson, amigo del alma e ilegal impenitente, consigo echarle mano al objeto de poder definitivo en la carrera de Ilegales: 126 Canciones Ilegales (Pop Up, 2009) Por lo general, no es bueno citarse con antiguos amores, pues la perspectiva que nos otorga el tiempo a menudo empequeñece las pasiones de antaño; por eso es un placer darse cuenta de que teníamos razón, aunque fuésemos jóvenes e ignorantes. Todas esas canciones, todos esos primeros discos cargados de himnos generacionales, siguen siendo metralla de primera, priápico material capaz de ponérsela dura a muerto y escandalizar a todos los neoliberales que pueblan el congreso. Porque Ilegales siempre fueron no tanto una banda popular (que también), sino una banda del pueblo. Malencarados, escandalosos, políticamente incorrectos, rechazados por los bienpensantes miembros de una Movida de lo más progre pero anclada aún en la carpetovenia paterna, incapaz de digerir el asalto frontal de Martínez y compañía, pura bilis sin suavizante ni coartadas intelectuales. Toda la carrera de estudio del grupo resumida en nueve CD's, en los que no incluyen ninguno de sus directos (ni el de 1986 ni el editado en su vigésimo aniversario) pero reúnen canciones raras de sus singles y maxis, así como descartes y temas no editados en su momento que ven la luz aquí por primera vez, como la maqueta del germen de Ilegales, Los Metálicos, y que suponen un gancho irresistible para los seguidores de siempre. Temas inéditos; una remasterización que sin hacer milagros (los estudios, técnicos y productores de la época no estaban preparados para ellos) aporta un brillo inédito que hace justicia a las grabaciones; y un libreto en el que el padre de la criatura contextualiza cada uno de los discos. Estos son los grandes atractivos de una caja que se ha quedado a sólo unos pasitos de ser el compendio definitivo para la carrera de los asturianos.

Hace poco asistimos a la última marcha de Ilegales. Por primera vez se presentan en una gira de esas que llaman de despedida, normalmente tediosas, interminables y patéticas rememoraciones de tiempos pasados, a todas luces mejores. No es el caso de Ilegales. Por mucho que Jorgito diga que ya huele a nicho, arrasaron como siempre; como siempre, la banda funcionó a un gran nivel; como siempre, apostaron por las nuevas canciones pero obtuvieron la mejor respuesta con sus temas clásicos. Quizás tenga sentido poner punto final a la travesía de un grupo que firmó hace ya mucho sus mejores obras, quizá sea el momento de emprender otras aventuras. Por eso consuela saber que Jorge seguirá lanzando granadas de mano al frente de Los Magníficos.  ¿Qué surgirá de esta nueva aventura? Música honesta desde las tripas, de eso no cabe duda. Saludos, mamoncetes.

Puedes obtener más información en la web oficial de Ilegales.

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Caras Duras

Para cargarse lo de la reunión de Faces. Tras el rechazo de Rod Stewart a integrarse en el proyecto, pues en solitario es perfectamente capaz de continuar tirando su carrera por el retrete, los miembros originales supervivientes anuncian que será Mick Hucknall quien sustituya a Rod. ¿Y quien es Mick Hucknall? Pues nada menos que el cantante de Simply Red, los mismos que te amargaron la vida durante los '80s y '90s con sus edulcoradas formas Soul/Pop. Para terminar de redondear las cosas, el sustituto de Lane es Glen Matlock, al que las giras de reunión con Sex Pistols no parecen sacar de de la constelación de ilustres mercenarios del Rock. Los fans de la banda más bolinga del mundo ya están rasgándose las vestiduras, y a Ronnie Lane se le ha quedado la cara de chino kudeiro que exhibe en la imagen; para su suerte, hace tiempo que abandonó este plano de la existencia y no tiene que presenciar este horror. Espero que lo hagan por la pasta, ótra cosa significaría que han perdido cualquier atisbo de criterio y sensibilidad musical que poseyeran en el pasado.

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