Lino: tejido de felicidad

A menudo me pregunto, ¿por qué la gente del campo suele estar más sana? Será porque casi nada de lo que comen viene en blister. En tiempos, cuenta mi madre, las semillas de lino se usaban para alimentar al ganado, pero a la chavalada de la zona le encantaba acudir a la hera durante la recogida y comer las semillas crudas para horror de sus padres. A lo natural. Y por experiencia propia puedo afirmar: ni la mejor receta del mundo rivaliza con el sabor del fruto recién cogido.

El lino, como todo lo natural, suena a panacea: va cargadito de lignanos, excelentes anticancerígenos naturales, y de esenciales ácidos Omega 3 con los que obtendrás un sistema cardiovascular a prueba de bomba. Molido resulta un potente reductor del colesterol, y como semilla contiene gran cantidad de fibra que regula de forma excelente el tráfico de su aparato digestivo de usted. Los que padecen de artritis y artrosis también obtendrán beneficios de los oligoelementos O3, pero, ¡ojo! Son bastante calóricas, por lo que su uso en dietas de adelgazamiento debe limitarse, no sobrepasando las dosis diarias recomendas. Yo me voy a tomarme unos cañamones.

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