Cerebro de corcho

Su interior era un vacío de insondable fugacidad en el que sólo permanecía la impresión del momento. Como un terreno huérfano de raíces y vegetación, incapaz de sostenerle o sostener a los demás. Sin registros duraderos, excepto un ciclo de pensamiento recurrente, a veces obsesivo, autor de soliloquios, sainetes y dramones que apelaban a los más bajos denominadores comunes. Juegos mentales, barreras construidas en torno a un raquítico corpus emocional que con el tiempo se habían convertido en infame prisión, haciendo del infierno un lugar localizado en su pecho. Tras años de abandono, se encontraba planteándose necesidades a la que apenas podía o sabía dar forma.  Y así, tras su asertiva sonrisa se extendía una compleja maraña emocional que le hacían sentirse habitante de un yermo de confusión y perplejidad. Vacíos habitados por un monstruo de aliento hirviente y agudos dientes, siempre hambriento, siempre dispuesto a hacer presa cuando las luces se apagaban y los espectadores descasaban lejos, seguros. Dentro, solo, perseguido, Cerebro de Corcho grita, lanza aullidos de socorro. Quizás por eso buscar una cura para el dolor; quizás por eso su egoísta preocupación por los que le rodeaban. Inconscientemente, nunca dio nada sin esperar algo a cambio, y cada acto era una súplica, un "ayúdame" entonado en un lenguaje creado por él mismo, incomprensible para el resto. Destinado a satisfacer las demandas autocompasivas de su ego. Recibiendo señales, demasiado proyectado para interpretarlas sin filtros. Pero intuía que la aceptación de su naturaleza incompleta y contrahecha, de esa confusión, ese desequilibrio, podrían hacerle comprender que todo residía dentro. El dolor. La sombra. La luz. Dándole acceso a una comprensión más plena del proceso a que se reducía su existencia. Y así, tal vez, ser feliz. Tal vez...

Puedes escuchar este disco en SPOTIFY

No hay comentarios: