El Diablo y Daniel Johnston (Jeff Feuerzeig, 2005)

Trastorno Afectivo Bipolar o Trastorno Maníaco-Depresivo: se caracteriza por la presencia de episodios reiterados (es decir, al menos dos) en los que el estado de ánimo y los niveles de actividad del individuo están profundamente alterados, de forma que en ocasiones la alteración consiste en una exaltación del estado de ánimo y un aumento de la vitalidad y del nivel de actividad (manía o hipomanía) y en otras, en una disminución del estado de ánimo y un descenso de la vitalidad y de la actividad (depresión) Añade a este panorama sensibilidad extrema, corazón destrozado por amor platónico (casada con un sepulturero), obsesión enfermiza por la fama, fantasmas, drogas psicodélicas, compulsión artística... y tienes a Daniel Johnston. El inocente compositor de melodías desvencijadas que se transformó en un avatar contra el diablo; el chico capaz de componer cientos de canciones para su amada y detener el motor de la avioneta en que volaba con su padre; el creativo artista visual y gráfico habitante de la inopia que pasó años internado en un hospital mental, fuertemente medicado y dedicándose únicamente a pintar escenas de un combate de boxeo en el que se enfrentaba con el diablo (cientos de dibujos); el hombre que perdió la mente y la encontró en objetos perdidos, constructor de instrumentos, amado y temido por su allegados; el maníaco que acusó a Elektra y Jeff Tartakov (su primer manager,  mayor valedor) de ser agentes de Lucifer, negándose a firmar un contrato que hubiera segurado su futuro como músico.

Emociona el elenco de rostros que nos abren la puerta de sus mundos, personas (no personajes) que se muestran ante la cámara sin artificio, corrientes aunque un tanto excéntricas, y en cuyos ojos baila la emoción cuando hablan de Johnston, de las alucinaciones demoníacas, los episodios psicóticos, las explosiones de ira, el internamiento, los intentos de asesinato, de suicidio... y de amor, de compasión, de ternura, de música, de emocionantes canciones en las que un espíritu contrahecho, de una extraña luminosidad se muestra tan desnudo que causa pudor. Así son las canciones de Johnston, y así nos lo muestra Feuerzeig, combinando material propio con las cintas de video y audio con las que el propio Daniel documentó exhaustivamente sus vivencias, una sucesión de subidas y bajadas que convierten Spinal Tap en paradigma lógico/logístico. Pero la sinergia hace que el todo sea mayor que la suma de las partes y Feuerzeig consigue a partir de este collage no ya una loa a la peripecia vital de Johnston y su arte, sino a la capacidad del ser humano, sea cual sea su condición, de aportar luz a nuestra experiencia colectiva. Fundamental.

El Diablo y Daniel Johnston ha sido editado en España por Avalon

¿Qué sonaba? Daniel Johnston ~ Yip/Jump Music (Eternal Yip Eye Music, 1983)
Puedes escuchar este disco en SPOTIFY

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh! ¡Qué blog tan original! Tengo una amiga que se identifica con los lobos, ¡es su animal favorito!
Tiene un blog también.
No le digas que te lo he mandado yo, ¿vale?

alba-compartiendomimundo.blogspot.com

¡Fantástico! ¡Voy a darle tu página!

Mónica Ezquerra Gutiérrez dijo...

Pues hasta la coma del sepulturero, es casi como mirarse al espejo........
Gente normal raruna.

Lobo Eléctrico dijo...

Nada que ver ki, nada que ver... si lo ves verás que una cosa es la vida sinusoidal (lo nuestro) y otra el TAB (lo suyo)

Y a la/el anónimo gracias por las palabras y la sugerencia, ya sabes dónde está vuestro lobo amigo :-)