
Total, que aunque los del sello berlinés bien valen una insolación, nos saltamos a Sebo K, Anja Schneider, la jefa de la escudería, y Pan-Pot. Para cuando arribamos a Fuentesblancas ya pasan las doce, y están en faena Ladytron, cuyos graznidos nos hacen huir despavoridos a pesar de los tirones de chaqueta, y un Maurizio Schmitz en piloto automático, así que optamos por calentar máquinas con Chema Nox en la pequeña pero coqueta carpa Electrosonic Experience. Este donostiarra es uno de los máximos exponentes de la electrónica en la zona norte, se le nota en la facilidad con la que comenzó a entrar en harina, sin aspavientos, con determinación, construyendo. Promete, mas no nos quedamos demasiado porque la motor city ya ruge en el escenario Burgos 2016.
Lo de Carl Craig es inexplicable. Referente en la segunda hornada de los señores del Techno detroitiano, ha editado discos bajo distintos alias de todos los estilos y en todas las marcas imaginables, es un remezclador espectacular, cuentan con él en casi todos los fiestorros de postín y sus DJ Mixes suenan como los ángeles, ahí está ese doble "Sessions" de 2008 para babear... sin embargo, sus sesiones siempre me parecen mediocres.

Emigramos a prados más verdes, el resplandor de un capullo desplegándose nos hace zumbar hacia la Ballantine's, hogar de Cocoon por un día. Frank Lorber aplica disciplina Tech House a la basca, que responde ufana aunque escasa. Se nota un pequeño bajón en la asistencia con respecto al viernes, es el peso de los MC3. Pero a Lorber le da un poco lo mismo y redondea una sesión de tan buen ver como las ninfas que le acompañan, divertida y fresca, sólo ensombrecida por algún que otro villalobismo. La tropa de Väth, ya se sabe: fiesta en el foso y el escenario, con todo lo que ello implica. Buena onda expansiva y ese sabor puramente Cocoon: el espíritu de Ibiza, muy populista, directo a los pies, para bailar hasta el
Llama la atención el aspecto de este Señor del Techno, el extremo opuesto de lo que suele verse en las fiestas (las de este tipo, al menos): talludito, elegante y sobrio, con traje, corbata y sombrero de paja, como recién llegado de Nueva Orleans. Clásico. La puesta en escena, mínima. El resultado, máximo, E-N-O-R-M-E. Sus temas son E-N-O-R-M-E-S, monumentos a unos Roland pero que muy viejunos, sintéticos pedazos de historia rescatados del mausoleo para llevarnos a principios de los noventa, finales de los ochenta incluso, a esa emoción que desborda todos aquellos discos clásicos. Emoción sí, no olviden aquello del High Tech Soul que UR llevó a su máximo exponente. Directo en toda regla, con cortes entre canción y canción, única pega posible a un intenso pase para paladares fino. Si nos lo hace del tirón hubiéramos salido con los pies por delante. Dista mucho de vivir de las rentas (sigue activo, editando nuevo material y grabando excelentes sesiones) pero conjura las viejas esencias con todo el frescor del primer

Con las caras desbordantes de felicidad, regresamos a La Ballantine's y finalizamos con Väth, que no defrauda. Otro que lleva lo suyo con la misma maturrana, pero a lo Bowie, reinventándose a cada paso, con un ojo en la mesa y otro en la pista. Sven, Sven, no sabes nada. Para muestra, un botón: en plena euforia colectiva se casca el disco-clasicazo "I Feel Love" y derrumba el edificio. Así de sencillo. Y si tiene que poner a Michael Jackson, pues lo pone (que no fue el caso) Sabe lo que nos gusta y nos lo da, así que ¿por qué arreglarlo si funciona? Ganando enteros en la proximidad y con toda la artillería desplegada (luces, láseres, espectaculares gogos y sonido prístino) nos manejó a su antojo, nos embrujó con su carisma. La receta es simple, pero, igual que con Hood, el resultado es máximo: tres días estuvieron rondándome las imágenes de esas dos últimas horas. Give the people what they want. Todos contentos. Sonrisas y abrazos. El sol, en lo alto. Final de Fiesta.
El año que viene, más. Mucho más. Allí nos vemos.
¿Qué sonaba? Orchid - Chaos Is Me (Ebullition, 1999)
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