Gracias a un buen amigo amante de los castores y las nutrias supe de la existencia de esta película. Historia en apariencia sencilla: narrar el ciclo reproductivo del pingüino Emperador, ave de más de un metro de altura que habita en la Antártida, una temática que no difiere mucho de la de otros cien mil documentales de sobremesa. Por suerte, Luc Jacquet y su equipo trascienden las convenciones del documental para plantear una deliciosa fábula en la que sólo la constancia y la fe en la misión compran papeletas para la salvación. Pero no la garantizan.
¿La misión? Lograr que un huevo/cría sobreviva a la ley del antártico, ese desierto blanco en el que un hombre abandonado a su suerte duraría apenas segundos. Son muchos los pingüinos que por inexperiencia, impaciencia o inoperancia sucumben a los rigores de su hábitat, los que se pierden en las migraciones desapareciendo en el gran blanco; los que ven a sus huevos y crías congelarse tras permanecer sobre el hielo unos instantes; los que son incapaces de resistir los envites de un clima diseñado para garantizar la supervivencia del más apto, la crudeza de un invierno/infierno sin luz diurna en el que deben permanecer casi inmóviles durante meses, sin ingerir bocado alguno, regurgitando para alimentar a sus crías, dándoles calor y protección aun a costa de la propia vida. La indescriptible capacidad de sacrificio y resistencia de estas criaturas despierta admiración, ternura y respeto, y cambiará tu concepto sobre "esos bichos tan graciosos" llamados pingüinos.
La versión original contó con Morgan Freeman como narrador; en el doblaje al castellano son Maribel Verdú y José Coronado los padres que relatan su historia de amor, abnegación y esperanza aportando una gran cercanía, en la que el único "pero" es el carácter humanizado y sentimental que se le da al pingüino durante algunas de las escenas más intensas de la película. Apreciaciones personales aparte, el montaje, fotografía y guión son impecables, convirtiendo La Marcha del Emperador en una anomalía documental por su calado, impacto y belleza. Una hermosa carta de amor a los animales y la naturaleza.
¿Qué sonaba? John Campbell ~ One Believer (Elektra, 1991)
Puedes escuchar este disco en SPOTIFY
¿La misión? Lograr que un huevo/cría sobreviva a la ley del antártico, ese desierto blanco en el que un hombre abandonado a su suerte duraría apenas segundos. Son muchos los pingüinos que por inexperiencia, impaciencia o inoperancia sucumben a los rigores de su hábitat, los que se pierden en las migraciones desapareciendo en el gran blanco; los que ven a sus huevos y crías congelarse tras permanecer sobre el hielo unos instantes; los que son incapaces de resistir los envites de un clima diseñado para garantizar la supervivencia del más apto, la crudeza de un invierno/infierno sin luz diurna en el que deben permanecer casi inmóviles durante meses, sin ingerir bocado alguno, regurgitando para alimentar a sus crías, dándoles calor y protección aun a costa de la propia vida. La indescriptible capacidad de sacrificio y resistencia de estas criaturas despierta admiración, ternura y respeto, y cambiará tu concepto sobre "esos bichos tan graciosos" llamados pingüinos.
La versión original contó con Morgan Freeman como narrador; en el doblaje al castellano son Maribel Verdú y José Coronado los padres que relatan su historia de amor, abnegación y esperanza aportando una gran cercanía, en la que el único "pero" es el carácter humanizado y sentimental que se le da al pingüino durante algunas de las escenas más intensas de la película. Apreciaciones personales aparte, el montaje, fotografía y guión son impecables, convirtiendo La Marcha del Emperador en una anomalía documental por su calado, impacto y belleza. Una hermosa carta de amor a los animales y la naturaleza.
¿Qué sonaba? John Campbell ~ One Believer (Elektra, 1991)
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