Lungfish fueron/son uno de los más longevos y esquivos entes del underground estadounidense. Sus letras, poesía evocadora, alucinada, entre la física y la metafísica; hipnóticos mantras engarzados en un sonido estoico, taoista, ragas post hardcore de profundo calado emocional. A través de ellos conocí a Daniel Higgs, responsable de la lírica e iconografía de la banda y también de buena parte de su sonido. Polifacético y rupturista, además de poeta y músico es dibujante, diseñador, tatuador y místico a tiempo completo.
Sus trabajos musicales en solitario se han centrado en la experimentación sonora y musical, haciendo de la voz, el banjo, el arpa de boca, el harmonium o el shruti sus herramientas básicas. Con ellas explora los límites de la musicalidad mediante piezas de insospechada estructura y gran carga conceptual, siempre desde la independencia y dentro de la más absoluta ética hazlo-tú-mismo que le lleva a alejarse de los medios "normales": los masters de la mayoría de sus composiciones publicadas son grabaciones caseras en casette en las que los sonidos de ambiente (lluvia, viento, ruido de fondo...) son elementos del proceso creativo. Según Higgs, él no escribe canciones sino que las recibe, en siendo el proceso de recepción y revelación de la canción una dura tarea en la que sacrifico y determinación son parte fundamental. Esta revelación puede producirse en cualquier momento, por lo que el artista debe estar dotado de medios para plasmar la esencia auténtica y espontánea de la canción. Como veréis, el sueño de cualquier snob... y la pesadilla de un Punk Rocker.
Su arte sigue unos parámetros similares a los de su poesía: deconstructivo, onírico e iconoclasta, arranca objetos y formas comunes de sus roles habituales para dotarlos de nuevo significado en composiciones mutantes, plagadas de referencias mitológicas, simbología mística e iconografía religiosa. Tanto sus tatuajes como sus obras pictóricas despliegan un rico lenguaje no verbal metafórico que apunta a numerosos significados y activa la asociación inconsciente de ideas. Los comentarios del artista sobre su obra son tan crípticos como el arte en sí, pero muy relacionados con la transformación, la transitoriedad y la espiritualidad. Esta última, y su significado para el hombre, es uno de los temas recurrentes en su obra, hecho que resulta especialmente patente en su último trabajo discográfico, Say God (Thrill Jockey, 2010) En él, Higgs interpreta con pasión una colección de gospels al estilo Higgs, extensos himnos y alabanzas de profundo contenido espiritual, obteniendo momentos de visión diáfana a través del gran velo que todo lo envuelve. Obra genial o tomadura de pelo, ustedes son quienes deciden: yo aún trato de dilucidarlo, sumergido como estoy en este mesmérico magma de melodías monocordes y loas a la energía suprema. Pero como en todos sus trabajos, cuanto más profundizamos en el dron sin cuestionar su naturaleza más conclusiones extraemos sobre la verdad subyacente al mismo. También son muy recomendables sus anteriores trabajos Metempsychotic Melodies (Holy Mountain, 2007), Atomic Yggdrasil Tarot (Holy mountain, 2007), y Ancestral Songs (Holy Mountain, 2006)
Más información en Higgs Gallery, Dischord y Thrill Jockey.
Sus trabajos musicales en solitario se han centrado en la experimentación sonora y musical, haciendo de la voz, el banjo, el arpa de boca, el harmonium o el shruti sus herramientas básicas. Con ellas explora los límites de la musicalidad mediante piezas de insospechada estructura y gran carga conceptual, siempre desde la independencia y dentro de la más absoluta ética hazlo-tú-mismo que le lleva a alejarse de los medios "normales": los masters de la mayoría de sus composiciones publicadas son grabaciones caseras en casette en las que los sonidos de ambiente (lluvia, viento, ruido de fondo...) son elementos del proceso creativo. Según Higgs, él no escribe canciones sino que las recibe, en siendo el proceso de recepción y revelación de la canción una dura tarea en la que sacrifico y determinación son parte fundamental. Esta revelación puede producirse en cualquier momento, por lo que el artista debe estar dotado de medios para plasmar la esencia auténtica y espontánea de la canción. Como veréis, el sueño de cualquier snob... y la pesadilla de un Punk Rocker.
Su arte sigue unos parámetros similares a los de su poesía: deconstructivo, onírico e iconoclasta, arranca objetos y formas comunes de sus roles habituales para dotarlos de nuevo significado en composiciones mutantes, plagadas de referencias mitológicas, simbología mística e iconografía religiosa. Tanto sus tatuajes como sus obras pictóricas despliegan un rico lenguaje no verbal metafórico que apunta a numerosos significados y activa la asociación inconsciente de ideas. Los comentarios del artista sobre su obra son tan crípticos como el arte en sí, pero muy relacionados con la transformación, la transitoriedad y la espiritualidad. Esta última, y su significado para el hombre, es uno de los temas recurrentes en su obra, hecho que resulta especialmente patente en su último trabajo discográfico, Say God (Thrill Jockey, 2010) En él, Higgs interpreta con pasión una colección de gospels al estilo Higgs, extensos himnos y alabanzas de profundo contenido espiritual, obteniendo momentos de visión diáfana a través del gran velo que todo lo envuelve. Obra genial o tomadura de pelo, ustedes son quienes deciden: yo aún trato de dilucidarlo, sumergido como estoy en este mesmérico magma de melodías monocordes y loas a la energía suprema. Pero como en todos sus trabajos, cuanto más profundizamos en el dron sin cuestionar su naturaleza más conclusiones extraemos sobre la verdad subyacente al mismo. También son muy recomendables sus anteriores trabajos Metempsychotic Melodies (Holy Mountain, 2007), Atomic Yggdrasil Tarot (Holy mountain, 2007), y Ancestral Songs (Holy Mountain, 2006)
Más información en Higgs Gallery, Dischord y Thrill Jockey.
¿Qué sonaba? Daniel Higgs ~ Say God (Thrill Jockey, 2010)
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