Las monarcas del indie estadounidense raruno inauguran Fácyl 2010 a lo grande, abriendo gira europea y presentando nuevo disco. Abrir el festival es lo suficientemente llamativo, y el halo de misterio que rodea a las hermanas genera aún más expectación ante el acontecimiento, por lo que el amplio recinto del Patio de Escuelas salamantino apenas consigue alberga a la concurrencia. Me presento ante ellas a ciegas: de Grey Oceans (Sub Pop, 2010) sólo he visto una portada feista que les ha granjeado bastantes críticas, precisamente a ellas que por iconoclastas e imprevisibles deberían estar más allá del prejuicio. También yo cargo los míos: supongo que andarán transitando esas vías medievales y casuales que dominaban sus primeros discos, y que el concierto será una sucesión de delicadas ensoñaciones, banda sonora de cuento en el que princesa con mostacho rescata a príncipe sensible, y la bruja no es buena ni mala, sino simplemente mágica. Pero hete aquí que Sierra y Bianca no han pasado los últimos tres años en la parra, sino cogiendo carrerilla para lanzarse hacia adelante en un salto cuántico que, manteniendo sus mejores bazas (emoción, melodías infantiles, instrumentación sorprendente), incorpora un barniz contemporáneo que las saca del guetto de los grupos para listillos. Trovadoras ácidas transformadas por ritmos urbanos que no desentonarían en el catálogo Anticon, en especial ahora que Bianca adopta flows callejeros para su aniñada voz y han hecho del Beatbox componente fundamental de su ecuación aural. Más modernas, sólidas, interpretando unas canciones que en directo toman dimensiones galácticas, trazando amplias tangentes que conectan Folk, Clásica, Contemporánea, Hip Hop y canciones de cuna; hadas que guardan un fascinante universo propio bajo sus gorros de Ewok, hechiceras capaces de abrir baules mágicos plagados de sortilegios y extraer cautivadores arcos de colores de los pliegues de sus túnicas, bálsamos de deliciosa ingenuidad, madrigueras de conejo hacia el país de Nunca Jamás. Las recorren junto a nosotros durante dos mágicas horas, paseándonos por este peculiar mundo de bigotes falsos, vestidos de encaje, sillas con tres patas y proyecciones surrealistas (¿era Carmen de Mairena la cara que salía en la seta?) secundadas por un trío de malabaristas perfectamente consciente de su papel como consorte de las sacerdotisas. Ellas, flotando sobre nuestras cabezas, tan bonitas como un amanecer. Para comérselas; para no perdérselas.
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1 comentario:
nosotros si que somos rarun@s !!!!
La verdad es que me me dió la sensación de estar más dentro de un cuento que de un concierto, aunque puede que fuera un cuentocierto.
Menudo chollo nos tenemos con el Facyl...y que cumpla muchos más. ya te cuento de la cueva ayer.
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