| Sonaba Marc Houle ~ Drift (M_nus, 2010) Puedes escucharlo en SPOTIFY |
Permítanme que lo dude, oiga. Los astrónomos conocen Venus desde antiguo, pues su brillo hace de él el segundo objeto más brillante del cielo nocturno por detrás de la Luna. Su luminosidad, reflejo de la luz del sol, se debe a una atmósfera muy densa y nubosa que oculta su superficie. Este hecho, junto a sus similitudes con la Tierra, dio alas a la imaginación de quienes dedicaron su tiempo a observarlo, hasta el punto de dar pie a teorías en las que Venus era un vergel de clima tropical, rico en agua y capaz de albergar vida. Nada más lejos: las nubes, mezcla venenosa de dióxido de carbono con ácido sulfúrico en suspensión, crean un poderoso efecto invernadero que produce temperaturas en superficie del orden de 480 grados centígrados. Con una presión atmosférica noventa veces superior a la de la Tierra y una intensa actividad volcánica, un escenario en el que se desarrolle vida similar a la nuestra es altamente improbable.
A pesar de que su núcleo es metálico carece de campo magnético, quizás porque su rotación retrógrada es increíblemente lenta, y esto crea la paradoja de un día venusiano (243 días terrestres) más largo que su año (224 días terrestres) en el que el sol sale por el Oeste y se pone por el Este. En el sistema solar, solamente Urano comparte esta característica rotacional. Qué la causó es el principal tema de debate sobre Venus junto a la edad de su superficie: formada en la misma época que la Tierra, hace unos 300-500 millones de sufrió un peeling que la regeneró completamente. El hecho geológico o cosmológico que provocó un rejuvenecimiento tan permanece, como todo secreto de belleza femenino, oculto bajo una densa atmósfera de misterio.
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