El pasado miércoles 16 de diciembre celebramos por todo lo alto el cumpleaños de nuestro Sensei Boulahfa Mimoun Abdel-Lah. Como es tradicional, se convocó a los alumnos para una reunión en el dojo Sakura Take Kan, improivisado salón de fiestas en el que presentamos nuestros respetos al maestro.
A eso de las seis comienzan a llegar los peques a los que se revibe con una chocolatada en toda regla, bollos incluidos, de la que no tardan dar cuenta para lanzarse hacia el tatami, convertido instantáneamente en un torbellino de cuerpos menudos. Como el rango de edades es amplio se hacen dos grupos, quedando el menda a cargo de los más pequeños. Les saco un metro de altura de media, así que no debería haber muchos problemas... ¡infeliz! Al cabo de unos segundos se han hecho con el control del juego y me persiguen, empujan, pellizcan, muerden, dan puñetazos, tiran del pelo y dejan la ropa hecha cisco para solaz de los adultos que comienzan a llegar. A duras penas consigo distraerlos de mi maltrecho cuerpo tras proponerles carreras rondando por el suelo, y una oportunísima tarta me salva de padecer otro asalto de la manada. Trabajar con niños es tan arduo como divertido, y a juzgar por lo empapada que está mi camiseta debe adelgazar bastante.
A las ocho llega el turno de los mayores y una tranquilidad relativa en el ambiente festivo, oportunidad para reencontrar a antiguos compañeros y charlar fraternalmente sobre yoga, karate, educación infantil o cirugía laparoscópica; degustar tortillas, beber buen vino, cantar a voz en cuello el cumpleaños feliz... todas las disciplinas se unieron en homenaje a nuestroSensei, que recibió además el mejor regalo : el amor y respeto de todos los que seguimos aprendiendo junto a él. Bueno, ese y un sistema de sonido a la altura de Tresor.
¡Felicidades Sensei! Lo repetiremos en 2010, 2011... ¿2100?
¿Qué sonaba? The Who - 30 Years Of Maximum Rhythm & Blues (Polydor, 1994)
A eso de las seis comienzan a llegar los peques a los que se revibe con una chocolatada en toda regla, bollos incluidos, de la que no tardan dar cuenta para lanzarse hacia el tatami, convertido instantáneamente en un torbellino de cuerpos menudos. Como el rango de edades es amplio se hacen dos grupos, quedando el menda a cargo de los más pequeños. Les saco un metro de altura de media, así que no debería haber muchos problemas... ¡infeliz! Al cabo de unos segundos se han hecho con el control del juego y me persiguen, empujan, pellizcan, muerden, dan puñetazos, tiran del pelo y dejan la ropa hecha cisco para solaz de los adultos que comienzan a llegar. A duras penas consigo distraerlos de mi maltrecho cuerpo tras proponerles carreras rondando por el suelo, y una oportunísima tarta me salva de padecer otro asalto de la manada. Trabajar con niños es tan arduo como divertido, y a juzgar por lo empapada que está mi camiseta debe adelgazar bastante.
A las ocho llega el turno de los mayores y una tranquilidad relativa en el ambiente festivo, oportunidad para reencontrar a antiguos compañeros y charlar fraternalmente sobre yoga, karate, educación infantil o cirugía laparoscópica; degustar tortillas, beber buen vino, cantar a voz en cuello el cumpleaños feliz... todas las disciplinas se unieron en homenaje a nuestroSensei, que recibió además el mejor regalo : el amor y respeto de todos los que seguimos aprendiendo junto a él. Bueno, ese y un sistema de sonido a la altura de Tresor.
¡Felicidades Sensei! Lo repetiremos en 2010, 2011... ¿2100?
¿Qué sonaba? The Who - 30 Years Of Maximum Rhythm & Blues (Polydor, 1994)
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